20 jul 2007

La NiÑa De LaS aLaS RoTaS...



Así comienzo aquí, con una historia vulgar a la par que profunda y melancólica. Espero que les guste. Xau y un beso.


Ha amanecido de nuevo, mas ni tan siquiera aún los rayos de sol atraviesan las deterioradas persianas de su cuarto… es temprano para salir al frío y oscuro mundo, quisiera enterrarse bajo sábanas de lino con la certeza de no volver a despertar, pues poco habrá ya que descubrir tras las nieblas del alba, mas muy a su pesar se levanta otro día más, se mira en el espejo y descubre como su sonrisa se ha desvanecido aún más que ayer, se ha perdido entre sueños y esperanzas nunca debidas y jamás cumplidas… su cara de niña ha decidido transformar su pálida tez en un manto blanco y suave cuya única función sea mantener la armonía de las lágrimas resbalando cada anochecer en una almohada ya cansada de ahogar llantos… tal vez falte ilusión o sobré miedo, poco importa, pues al final todo se resume en una absurda monotonía que poco a poco la consume en la tristeza de pensar en sonreír, un lujo que su alma no se permitirá hoy, ni mañana…

Continua la marcada trayectoria de cada mañana; un café solo, un cigarro de puro veneno y una canción triste le dan la bienvenida al nuevo día, y mientras esta se termina va preparando su disfraz de princesa, alegre dama de dulce mirada, fiel compañera de alegre sonrisa, cálida niña… ay si supierais vosotros, entes que la veis mas no sabéis mirar… si llegará el día en que su manto cayera, cuanto pensaríais en lo que debisteis pensar ya tiempo atrás…
Se adentra en la oscuridad y la soledad de la mañana. ¡Envidiada niebla! Tú que te fundes en la noche y en el día, viajas impoluta, indiferente a todo, muda e intocable… sin rumbo, deteniéndote en lo más amargo de las montañas, los bosques, los lagos… en la soledad del silencio, en la humedad de lo inerte, en la frialdad de lo eterno… “No imaginas cuanto daría por ser como tú…”

Tras la breve pausa dedicada a la armonía de la espesa niebla que la rodea, prosigue sus pasos, uno tras otro, sabiendo la dirección, mas preguntándose el motivo. Absurda se dirige a aquello que llaman mundo, se rodea de gente a la que no comprenderá jamás, observa actos a los que hace tiempo desistió de buscar explicación, y asiente ante palabras a las que no logra hallar sentido, mas se limita a ser, a estar, a callar, a no parecer, a no importar… así lo prefiere, pues así lo siente.

Con la vuelta de la oscuridad, la dulce y feliz niña vuelve a desaparecer, renace de nuevo, junto con la niebla, la más amarga de las tristezas, la soledad imposible de llenar, la melancolía imposible de ceder… sin más, acurrucada en una esquina de una enorme cama mira al cielo, a través de los empañados cristales pudo ver a la luna… infinitamente bella, la cual resplandece distinta al mundo, tan lejos de todo… “¡quien fuese como la luna! quien tuviese su brillo y su ternura, y quién volara a su altura…”

Se le cierran solos los ojos, pues se duerme mirando la luna con su manto de estrellas.
Amanece de nuevo, otro día pero misma monotonía, no hay novedad, no hay destello q ilumine lo que ayer se apagaba… se repite el despertar de una niña, un amargo despertar...
“No hay más fuerzas” pensó esa mañana, era el día… sin dudarlo ni un instante, persiguió la trayectoria de su ser, no quiso andar donde era deber, sino caminar donde quería ir… paseó caminos y senderos tras la niebla, entre las sombras de fornidos árboles y cantos de bellos pájaros, cada vez más alto, cada paso más cerca de la luna, más cerca del cielo, de las nubes...

A cada avance sentía el frío penetrando bajo su largo manto, pero al fin llegó, llegó a donde no hay más caminos, ni más senderos, dónde no hay nada, sentada en una roca, la más alta, divisó el mundo a lo lejos, las casas, la gente, todo aquello que no entendía… lo divisó a través de la niebla, una lágrima brotó desesperada, y sin dudar, saltó al vacío, no pudo volar, sus alas estaban ya demasiado quebradas para sobrevivir de nuevo, mas pudo al fin ser libre… cayó tras la niebla, rozando la luna… ahora también ella sería eterna, indiferente, intocable, resplandeciente…
No halló motivo para ceder a la estancia en esta vida… valoraba más lo que nadie veía, lo que nadie sentía… era una niña con las alas ya tan rotas que ni ganas de volar le quedaban…

Allá tras la niebla pasaron los días, y en aquél lugar, donde se había ahogado su soledad durante tanto tiempo, se oyó un disparo, seco y profundo, que provocó un eco tan sonoro en el vacío en el que se dio su muerte, que pudo oírse entre murmullos “me voy contigo vida mía, a amarte en la eternidad como no supe hacerlo en la vida”

2 comentarios:

Anónimo dijo...

mu weno niña!! es mu bonito, me a gustao mxo, a ver si pones mas pronto y igual de wenas e XD Bsikos!

Anónimo dijo...

Tienes razón, es muy bueno. Tienes un don para escribir, sacas el sentimiento. ¡Te felicito muchacha!